lunes, 16 de marzo de 2015

MARZO MAYEA.


¿MARZO MAYEA? No creo.-

          Quedan pocos días para empezar la primavera. Los árboles de hoja perenne han servido para contemplar el paisaje de invierno,  no tan desolado. En otras zonas cerca del río, surgen de un día para otro, flores blancas o rosas que, sin que nadie las vea, brotan de noche, vistiendo  con pudor su ropaje primaveral malva claro. Son  múltiples hojas pequeñas, frescas, brillantes, que protegen a la flor como gorras de visera del tempranero sol de marzo, o también  del viento  aliado con la lluvia  en  una posible tormenta.
El sonido de las primeras gotas lleva el aroma de nubes bajas, rozando apenas  el ramaje seco de algún  árbol todavía semidesnudo. 
          Las noches van siendo más cortas y se oye, muy de tarde en tarde, algún grillo que exclama precavido su  negro cri cri. 
          Las adolescentes echan el ojo en los escaparates  a los vestidos del color  de  temporada, que se han encargado de examinar   en las revistas de moda, mientras las mamás preparan para llevar al tinte sus  elegantes trajes de chaqueta, antes de que el calor  apriete más de la cuenta.
          Los padres, de mejor humor que estos días de atrás con el frío, revisan la bolsa por si han subido sus acciones y pueden llevar a la familia a  cualquier lugar cálido de la costa en las vacaciones de  Semana Santa.
          Así, como todos los años, nos visitará la primavera olvidándonos del color blanco de la nieve, para recuperar, también como todos los años, otro blanco tradicional: el de los trajes de novia

Tornasol.

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