viernes, 15 de noviembre de 2013

FRÍO EN EL ALMA.


                                                                FRÍO EN EL ALMA
          He visto caer las primeras nieves. Frío en el alma y en la punta de la nariz. No, no estoy en la calle, ni en una montaña, ni cerca de un río, ni siquiera tras los cristales. Veo la pantalla pequeña. Los copos mojan  el televisor y la señora que camina deprisa con paraguas, pero sin chubasquero ni rebeca, me ha  traspasado y contagiado la tiritona de la gripe, ¿cómo es posible tanta telepatía? No la conozco, ni la he visto los carrillos colorados ni las manos temblonas, pero no puedo evitar toser, necesito coger un clínex y sonarme los mocos. Llevo la bata y las zapatillas de estar en casa, y la calefacción está a todo meter, pero tiemblo.  Me castañetean los dientes, se me revuelve el flequillo como si el viento helado que ha azotado las hojas de aquel chopo, ya débiles y casi incoloras, hubiera tenido la osadía de visitarme, así, sin avisar, sin anunciarse, con esos aires de grandeza.

          Hay interferencias del tiempo desapacible. Un campo desolado, inhóspito, veo gente de lejos, algún burro con alforjas, personas desharrapadas, niños que corren detrás de no saben quién porque les ciega el viento y la arena, tienen hambre, tienen sed, veo una bañera con agua caliente y espuma  y un niño riendo de la misma edad que los que corren; una mamá que  lava unos cabellos rubios y le acaricia con mimo mientras le pasa la esponja por la cabeza. El niño que corre también busca a su mamá, pero no la encuentra. De pronto veo a una mujer tirada, sin conocimiento, con los ojos cerrados y las manos atrapando con fuerza un hato por donde asoma un biberon que contiene algo de leche. El niño de tres años a lo sumo, sucio, despeinado, lloroso, se arrodilla ante la mujer, localizando el biberón y absorbiendo hasta la última gota. Tras la pantalla, me limpio con un clínex la cara con algún copo de nieve y tierra adherida.  Se me revuelven las tripas. Tengo ganas de vomitar.

Tornasol.

3 comentarios:

  1. Me ha encantado Tornasol. Hay que ver lo que empatizas con la patalla, lo bueno es que cambias de canal y a lo mejor te llega el olor de los cocoteros en una playa....suerte!!
    ;)

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    1. Pulgacroft: Un placer que hayas entrado en este modesto blog de Relatopía y gracias por tu opinión sobre mi relatillo. Ya ves que la imaginación da para mucho y, a pesar de cómo está el patio, te puedes permitir introducirte en alguna playa y respirar aire limpio. Tu relato de "Lorenzo" me ha parecido muy bueno. Gracias y hasta otra.
      Tornasol

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    2. El placer es mío Tornasol.
      Ayyyy si no fuera por la imaginación!!! jeje...
      Ahh gracias por haberte pasado y me alegro de que te haya gustado mi "Lorenzo" ;)
      Volveré!!

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