miércoles, 3 de octubre de 2012


     Hola, compis: He sentido mucho, mucho no haher asistido a la clase de ayer , pero a la próxima ahí me teneis como un clavo. No sé si será en El Quinto o en la Biblio.  Inspirada por la brisa del mar, esta mañana he escrito este pequeño relato. Estoy muy desentrenada pero ahí va:

EL PINTOR QUE NUNCA EXISTIÓ.-   Pintaba como una gaviota que traza su recta con perfección, surcando las aguas del mar. El blanco de sus paisajes semejaba al de las palomas picoteando la arena de la playa, y sus dorados, eran como conchas al recibir prolongadamente los rayos de sol del atardecer.

          Se trataba de uno de esos creadores que, al mirar a su obra, te ahogabas irremediablemente en sus marinas, entre esas olas plateadas que, de vez en cuando, bebían la espuma de su propia violencia.
          Ni los habitantes más sensibles del pueblo entendían esas pinceladas firmes, tal vez sólo vistas en algún cuadro de un mago de la plástica.
          Le encargaban carteles para las fiestas patronales, abanicos pintados a mano, pañuelos de seda salpicados  con motivos marineros, iniciales artísticas en blusas de señora, y así iba subsistiendo y plasmando una parcela de su gran imaginación.
          Conoció a la dama de sus sueños y pronto se celebraron las nupcias: cadenetas de guirnaldas, vestido etéreo de raso, tocados de tul ilusión, el ramo de gladiolos por los aires, pétalos y arroz a discreción, risas de los inocentes niños que casi se fusionaron con el llanto de una recién nacida, blanca y rosada como el mármol de la pila bautismal La niña creció tan rápido como danzaba la cometa aquel día ventoso de octubre. Enseguida, como la gaviota, ya trazaba rectas increibles, y a la vez, casas con chimeneas, nubes de nácar, mamás con delantal, caminos rodeados de lavanda y minúsculos y bellos objetos impropios de su corta edad.
          El padre, en su modesto estudio, intentaba dibujar una de sus creaciones en un lienzo de color claro. No lo conseguía a pesar de ser el cuarto día de dura concentración.
          Sin embargo, su semblante, no denotaba tristeza ni frustración. En su mirada se encendió una luz especial. Ojeaba una de las cartulinas con los últimos trazos que había garabateado la pequeña de la casa.
          ¡¡Ella sí era la artista!!

Tornasol.
                            (Primer relato corto para el Club de Escritores.  Octubre,2.012
         

3 comentarios:

  1. Hola: Sabía, Enrique, que te iba a gustar por el arte pictórico que llevas en tus venas. Hasta muy pronto. Gracias. Maribel

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