viernes, 29 de junio de 2012

LA ESPERA

Y nada más existió hasta la llegada de la jaula. Estrujó la bolsa de gusanitos, tan vacía como el túnel y la tiró al suelo. El silencio reinaba en la mina desierta. Caminó de un extremo a otro por la gruta, contando las vigas y balizas unas doce veces, quizás trece.
Pasada una hora comenzó a escuchar el chirrido metálico de las poleas. Se levantó, acercándose a la caña para subirse al elevador, tranquilo y decidido. Apagó la linterna del casco. No tenía ninguna prisa.
 
Podéis colgar los vuestros que mandéis, hasta 200 palabras. 

3 comentarios:

  1. Perdona, Pablo, que te desobedezca. Dices: "sin comentarios" pero habría que comentar y mucho este microrrelato. Ahí en esas pocas lineas he visto mucha desolación, mucha impotencia, mucha amargura; hasta los gusanitos son destruídos. He visto las 13 vigas a punto de derrumbarse porque todo es un caos de soledad. Él va decidido a un mundo mejor. Lo dices todo sin contar apenas nada.
    Tornasol.

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  2. Hola Tornasol.
    Pues te lo agradezco un montón, es una lástima esto de los mineros, aunque no sea lo único por lo que hay que lastimarse en la situación actual.
    Un abrazo.

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  3. Me gusta tu blog, y me encantó el microrelato.

    Saludos.

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