miércoles, 2 de mayo de 2012

PASÓ OTRO DÍA DEL LIBRO.

PASÓ OTRO DIA DEL LIBRO. Aunque ésto yo lo comparo con el Día de la Madre, que no pasa nunca. En el metro, en el campo, en la biblioteca, en la cama, en la mesilla, siempre permanece el libro de turno, el libro de bolsillo, el libro de consulta, o ese de pastas acariciables que nos acaban de regalar y, aunque sea a las tantas de la noche para dormir, no renunciamos  a echarle una ojeada y al menos plasmar en nuestra retina las últimas palabras del Primer Capítulo.

          Recuerdo con placer aquel 23 de abril del año 2006. Asistí con otros compañeros del Atelier de Escritura Creativa y Lectura Crítica (así se llamaba el taller), a la librería Diálogo, ¡qué bonito nombre para una librería!  Había una Presentación de un pequeño libro de Relatos pequeños que habíamos escrito entre cuatro personas. Una poetisa recitó sus poemas, un músico tocó su violín, unos escritores leyeron algún retazo de nuestros cuentos. Nos llevamos puestas las copitas de champán y las lonchas de jamón, entre las risas y los aplausos de los asistentes, y el orgullo, y por qué no decirlo, la vanidad, de nosotros, los humildes e incipientes autores. Fue un día distinto. Los libros se agolpaban en la repisa, salían a saludarnos y nos susurraban  ¿cómo estais alumnos aventajados? ¿Te gusta mi lomo? Me preguntó uno grueso de color verde botella. Ya veo que no. Prefieres ese minúsculo: Historia de la Literatura Portátil. Era rojo sangre, como la rosa que nos regaló la profesora.

Tornasol.

1 comentario:

  1. Estoy de acuerdo, ciertamente es hermosa nuestra relación con los libros. Incluso la relación física con ellos.

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