miércoles, 9 de mayo de 2012

Erasmus (Payasos y Trenes)


Trenes y Payasos

Erasmus

En el interior del vagón, María había colocado su maleta encima del asiento y también la pequeña mochila que se descolgó de la espalda. Fuera, Miguel, miraba fijamente hacia la ventanilla donde esperaba ver asomarse a su amiga para una prolongada despedida 

El tren la llevaba a la capital, y desde allí a Madrid, y luego en avión a Berlín. María hablaba alemán; su padre, emigrante, se había casado con una alemana de origen Bávaro, y María, además de hablar perfectamente el idioma de su madre, había adquirido la tonalidad azulada de sus ojos y el pelo claro que contrastaba con una tez morena y unas facciones latinas propias de su padre. A sus 20 años iba a Berlín con una Beca.
Nadie mas que ella ocupaba el compartimento de aquel vetusto vagón del tren , de manera que, intentó en vano buscar la manera de abrir la ventana mediante alguna manija, y pronto descubrió que no eran practicables. ¡Lastima!, pensó, “no podré sacar la cabeza por la ventanilla y darle la mano a Miguel cuando el tren se ponga en marcha”. “Y tampoco podré verle correr a mi lado cogidos de la mano hasta que la velocidad o el cansancio, le obliguen a soltarme”. Sonó un aviso en su móvil, lo acercó a su cara y abrió el whatsapp recibido: “pensaré en ti cada segundo de todos los días”, le decía Miguel. Con la destreza habitual de los muchachos acostumbrados a manejar los teléfonos inteligentes, con el dedo pulgar de la mano derecha, escribió en unas decimas de segundo: “te quiero con toda mi alma”. Y en ese momento, afloraron sus lágrimas  y le discurrieron por las mejillas. Miguel, con el mismo gesto que ella, recibió el mensaje y lo abrió inmediatamente; lo leyó, y con los ojos vidriosos , escribió con idéntica destreza: “Yo te voy a querer toda mi vida”. Ambos, separados por el cristal, se miraban fijamente y lloraban en silencio. 

En el interior de la Cantina, las familias de ambos, se habían despedido de ella para permitirles estar a solas los últimos cinco minutos antes de la partida.  Las madres, viendo el llanto de sus hijos, se abrazaron y también se pusieron a llorar. Los hermanos más pequeños, comían patatas fritas y bebían coca cola ausentes  a lo que ocurría fuera del Bar. Los progenitores, acodados en la barra, se ocupaban de hablar del campo y del precio del gasoil.

Por la puerta que comunicaba la cantina con el exterior de la estación, tres individuos vestidos de payasos, entraron dando trompicones y llamando la atención de cuantos allí estaban.
Ahora, María y Miguel, se aferraban con ambas manos a sus teléfonos, y mirando fijamente a las pantallas, escribían a una velocidad endiablada lo que sentían el uno por el otro y el amor que se juraban para toda la vida. 
Por la puerta de la Cantina que daba al andén, salieron corriendo los tres payasos atropelladamente hasta el vagón. Iban vestidos con ropas de colores eléctricos y llenas de lunas, soles, y corazones cosidos por todo el cuerpo. En las cabezas llevaban pelucas verdes, y las caras estaban pintadas de blanco, y en la nariz, una bola roja acentuaba todavía más la cara burlona.

Al llegar junto a los novios, el tren empezó lentamente a ponerse en marcha y, María, sorprendida,  comenzó a escudriñar uno a uno a cada componente de aquella Troupe intentando saber quienes eran y de donde habían salido.

La sonrisa primero, y las risas después, cortaron de raíz el manantial de lágrimas que hasta ese momento habían brotado de sus ojos , y los tres payasos intentaron correr en paralelo al tren sin que, sus enormes zapatones se lo permitieran. María entonces, vio que las caderas de uno de ellos, eran propias de una mujer, pero la pintura de la caras, la pelucas, las gafas con esos ojos unidos a ellas mediante un muelle elástico e infinito que colgaban cómicamente, le impedía reconocer. Sonó un mensaje de móvil: era Luis, amigo y compañero de clase que, parado en el anden, y brazos en alto se despedía: “Te echaremos de menos”  decía el whatsapp . “Os adoro payasos”, contestó María con otro mensaje de despedida para sus amigos y compañeros de carrera  : Azucena, Juan y Luis
Cesar Blanco 07/05/2012




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